Todo parece indicar que Obama les
ha jugado una mala pasada a los cubanos. Cerró la puerta a quienes han estado
llegando a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. No más
refugiados económicos, que escapan de un sistema político que no satisface sus
necesidades.
Dicho así el asunto parece simple.
No lo es. Todo lo contrario. La eliminación de la política “pies secos/pies
mojados”, abre un nuevo e incierto escenario en el panorama político cubano. Es de suponer que ambos gobiernos tienen en cuenta sus repercusiones.
Las implicaciones legales de la
normativa quedan a cargo de los especialistas. No es mi intención entrar en
esos detalles. Tampoco quiero detenerme a analizar sus consideraciones éticas.
Me interesa su repercusión política.
Ante todo vale la pena subrayar que se trata de la mayor repercusión
interna que haya provocado en Cuba, un acontecimiento, desde la desaparición de la Unión
Soviética. Ni la enfermedad y renuncia hace diez años de Fidel Castro y se
reciente muerte han tenido las implicaciones de esta medida.
Varias preguntas se imponen
en este caso. ¿Por qué la dictadura castrista parece tan complacida? ¿De verdad
deseaba tanto detener ese flujo de cubanos al exterior? ¿Qué gana la dictadura
con este tapón migratorio?
Lo cierto es que, de momento,
pierde el aumento potencial de esa “fuerza de trabajo en el exterior”, en
que se convirtió la emigración cubana de los últimos años.
Pierde millones de dólares que dejarán de
fluir desde Estados Unidos hacia Cuba, en dinero en efectivo y bienes
materiales. Pierde decenas de miles de cubanos que ya no vivirán en Estados Unidos
para veranear en Cuba.
Dejemos que hablen las cifras. Un
total de 341,841 cubanos entraron a Estados Unidos en los últimos tres años,
según estadísticas de la Aduana y Protección Fronteriza de EEUU. La mayoría de
ellos, dejaron atrás familia que mantener y con toda seguridad a quienes
visitar tan pronto tuvieran en su poder la residencia estadounidense.
Todo eso se traduce en dólares. Desde una simple carga al celular, hasta el abastecimiento necesario para que los “emprendedores”
en la isla puedan mantener sus negocios.
La emigración cubana a Estados
Unidos ha sido tan beneficiosa para la dictadura, que cada año llegan a sus
arcas dos mil millones de dólares en dinero contante y sonante, desde “las
entrañas del monstruo”.
Hasta ahora esa cifra ha ido en
aumento pero en lo adelante, ya no crecerá mucho más.
Desde hace años el castrismo viene
reclamando la eliminación de la Ley de Ajuste Cubano y la política de pies
secos/pies mojados. Su principal alegato es que los privilegios que conlleva
alientan la emigración ilegal. Los castristas claman que los cubanos abandonan el
país por esa razón. Veremos que pasa ahora que ya no hay más problemas con
los pies, ni secos ni mojados.
La Ley de Ajuste es harina de otro costal. Está
ahí para facilitar refugio a los perseguidos políticos y parece que permanecerá
por un largo tiempo. Además, los cubanos, como cualquier otro ciudadano del
mundo, tienen siempre la opción de tocar las puertas de Estados Unidos,
pidiendo asilo político, si de verdad lo necesitan.
Por ahora quedan flotando un para de
interrogantes: ¿Se equivocó la dictadura al provocar el tapón migratorio? ¿A quien culpará ahora la dictadura de que los cubanos continúen
escapando en busca de un mejor futuro? Porque, si de algo estoy
seguro es que (parodiando a una vieja declaración del romanticismo
revolucionario de los sesenta), “esa gran humanidad ha dicho basta, y ha echado
a andar”.
Lástima que no decida liberar su
tierra de malas hierbas para profundizar en ella sus raíces nacionales.
Comparto tu punto de vista.
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